Para elaborar los single malts más exitosos, los ingredientes esenciales son la madera y el tiempo. Ese convencimiento llevó a James Stuart -habitante de la localidad de Rothes- a imponer en su destilería el respeto al tiempo -no acelerando ningún proceso en pos de aumentar la producción- y a utilizar barricas elaboradas por toneleros locales que aportaría su ancestral bagaje en torno a la magia de la madera.
Con la contribución de empresarios locales, se iniciaron las obras cerca del cauce del río Spey que generaría corriente eléctrica a través de un molino, con una vertiente natural de agua proveniente de las montañas y cercano a un ramal ferroviario con el cual llevarían la cebada y las barricas llenas. Con la crisis financiera que asoló el país, sus socios no pudieron seguir financiando el proyecto. Fue gracias al reverendo W. Sharp que consiguió el dinero necesario para terminar las obras, que en 1879 obtuvieron el primer Whisky de la destilería The Glenrothes.
Actualmente Edrington Group -dueña de Macallan- es el propietario de la marca y la destilería.